sábado, 23 de febrero de 2013

Época de cambios


He tenido un tiempo abandonado el Blog debido a varios cambios, entre ellos el de venirme con toda la familia (léase, mi marido y mi perrita Luna) a vivir a Suiza. Al principio supongo que lo veía como un cambio sin más, hasta que poco a poco he ido pensando....!Caramba! ¡Si es que soy una emigrante! He de aclarar primeramente que estoy en la Suiza alemana, de la que todos hablan como “más alemana que la propia Alemania”, lo cual empiezas a aprender casi desde que aterrizas por aquí....  Mi nivel de alemán no es para tirar cohetes, pero un nivel medio para mantener alguna que otra conversación, hasta ahí, pues llego. Pues bien, una viene con su “Guten morgen” aprendido, y cuál no es el shock cuando lo sueltas por la calle y oyes que te dicen “Grüezi”. La cara de alucine que se te queda debe ser digna de la mejor de las obras del tal Edvard Munch porque además, lo que oyes de cada persona es interpretación libre de la palabreja en cuestión, que yo encontré, cómo no, en Google. Pero claro, eso no es todo: tu transformación continúa cuando ves en el tablón con los horarios de los autobuses que estos pasan a horas como a “y veintidós minutos” o a “menos diecisiete minutos” y piensas: bueeeeeeeeeenoooooo.....ya será para menos.... pero para tu asombro descubres que no, que el autobús pasa a y veintidós justamente (porque además hace tiempo antes de llegar sólo para aparecer a la hora exacta para el asombro de los recién llegados aquí). Total, que acabas sincronizando, por la cuenta que te trae, el reloj en cuanto llegas, y acabas por meterte en aquello de “me voy corriendo, que mi autobús pasa en siete minutos” y, ¡coño!... ¡es que es cierto que pasa en siete minutos! Hay que fastidiarse....

jueves, 24 de mayo de 2012

Esas dichosas claves....

Estoy segura de que lo que os voy a comentar os habrá ocurrido en más de una ocasión: me parece francamente complicado recordar tantas claves como últimamente nos están obligando a hacer, y más aún cuando empiezan los condicionantes para poner esas dichosas claves, como por ejemplo obligándote a utilizar letras, números y símbolos, que uses al menos ocho caracteres, que ni se te ocurra repetir las claves de las tres últimas veces (porque además, para que sea más complicado todavía el asunto, te hacen actualizar la clave pasado un cierto tiempo), que no pongas nada de nombres de hijos, fechas de nacimiento o de cumpleaños, etc, etc.  Y luego encima, cuando consigues finalmente poner una clave que pasa el filtro y es válida (¡aleluya!), resulta que te la examinan, y te dicen que válida será, pero que el nivel de seguridad que te otorga es lamentable.... En fin, que la cosa es francamente complicada....

Soy de las personas organizadas hasta el extremo, con lo que comencé escribiendo en mi agenda, para pitorreo de mi hermano, las claves que tenía que recordar, y no sólo se pitorreaba mi hermano por haberlas escrito en una agenda, no, sino porque además lo ponía en orden: por la “C de clave, y al lado, cómo no, para más señas “Clave de la tarjeta de Caja Madrid”.... Sin comentarios.... Cuando el número de claves se hizo más y más numeroso, y encima tenía que actualizarlo cada cierto tiempo, el caos llegó a mi agenda, con lo que empecé a no poder recordar ni una sola clave.

Así ocurrió que, en una ocasión, llamé al banco por teléfono, para hacer una determinada consulta. “Teclee o diga, de uno en uno, los dígitos de su DNI”. Correcto. “Ahora, diga o teclee los dígitos de su clave de acceso”. Empezamos mal. Pruebo con una. “No es correcto. Por favor, inténtelo de nuevo”. Uhmmmm .... ¿Y éste? “No es correcto. Por favor inténtelo de nuevo. ¡Y recuerde que sólo tiene tres intentos!” Hay que jorobarse, encima metiéndote presión.... ¿Éste, por un casual? “Lo sentimos, su clave de acceso NO es correcta. Le pasamos con un técnico comercial”. Ah, bueno! Pues genial, al fin un humano: le explico lo que me ha pasado, me identifico y resuelvo el tema. Total, ya estaba yo casi cantando victoria, cuando me pasan con el técnico comercial en cuestión, muy amable, todo hay que decirlo, y cuando le explico lo que me ha ocurrido, y que he bloqueado el sistema, me dice que no hay ningún problema. Respiro aliviada. “No se preocupe, señora. Para identificarla, le voy a hacer a continuación las tres preguntas de seguridad que en su día estableció para estos casos”. Madre mía, pienso, si no podía ser tan fácil.... Pero bueno, seguro que contesto bien y resuelvo el tema. Adelante, pues. “Primera pregunta: ¿cuál era el nombre de la serie favorita de su infancia?” ¿¿¿Quéeeeee????? ¡La hemos liado! Pero y yo qué sé, si no me acuerdo.... ¿Y cómo pude ser tan imbécil y poner esa pregunta de seguridad, por Dios? Ya me vale. Contesto: ¿Vicky el vikingo? (por probar, vaya) “Lo siento, señora, la respuesta NO es correcta. Le hago la segunda pregunta de seguridad”. Bueno, a ver si en ésta tuve algo de sentido común al ponerla, vamos a ver. “¿Cuál es el apellido de la madre de su mejor amiga de la infancia?” Por favor, definitivamente está demostrado: soy IMBÉCIL. Pero, ¿cómo se me ocurrió poner esa pregunta? Con toda la vergüenza del mundo, porque el técnico comercial va a pensar que soy retrasada, digo, al azar (por supuesto, porque ni flores remotas no sólo del apellido de la madre, sino tampoco del nombre de mi mejor amiga después de 35 años) un apellido cualquiera, por aquello de si suena la flauta. “Lo siento, señora, pero NO es correcto” Y pienso yo: no me sorprende en absoluto; si lo bueno sería que hubiera acertado encima. Por cierto, he de deciros que el técnico iba subiendo el tono. “He de hacerle la tercera pregunta de seguridad”. En esos momentos, yo lo que quiero es colgar el teléfono, por Dios, si esto es un suplicio, y encima soy YO, que soy YO, por favor.... Respiro hondo... “Y recuerde que ésta es la última pregunta de seguridad posible. Si no, tendrá que acercarse a una oficina del banco en persona y tramitar una nueva clave”. ¿Dije que era agradable el técnico comercial? Pues lo retiro: encima metiéndome presión a ver si contesto mal.... si esto es peor que jugar en la tele en el programa de Carlos Sobera.... A ver, ¡dispara! “¿En qué fecha y a qué hora tuvo lugar la competición del escondite inglés en la que su amiga (la del nombre que no recuerdo y la del apellido de la madre del que ni flores) quedó campeona?” ME RINDOOOOOOOOOO. ¡No puedo más! ¡Qué suplicio! Y encima lo admito: soy definitivamente IMBÉCIL. Así que no me queda otra que decir: “Pues pasaré entonces por la oficina, muchas gracias”.

lunes, 21 de mayo de 2012

Una rueda pinchada



Tras un tiempo de silencio, por fin he sido capaz de volver a ponerme a escribir en este Blog: ¿no os ha ocurrido alguna vez que parece que estáis escribiendo a un enorme vacío, y que no hay nadie leyendo lo que publicáis en la red? Pues durante un tiempo a esta parte ésa ha sido precisamente mi sensación, aunque he de ser sincera y deciros también que ha habido sorpresas muy agradables de varias personas que me han preguntado que por qué ya no publicaba nada nuevo en el Blog.... Así que, ya sea para que lo lea muy poca gente o no, aquí va este post de esta nueva era.

Tengo muchísimas anécdotas con los coches: creo que debe tratarse de que, al ser una persona tan despistada como soy, no presto demasiada atención a detalles importantes a la hora de subirme al coche, por lo que suelo pasar por situaciones un tanto absurdas. Durante varios días en esta ocasión que os cuento notaba que el volante vibraba más que de costumbre, pero lo cierto es que no le di demasiada importancia. El día en cuestión, había llevado el coche hasta la parada del metro, como siempre, y, al ir de regreso a casa, observo que me adelanta un coche y me empieza a hacer señales y aspavientos señalándome las ruedas: bajo la música que llevo a todo volumen y en efecto escucho que, no sólo el coche vibra muchísimo, sino que también escucho un ruido raro de que algo no va bien, por lo que deduzco que debo llevar una rueda mal. Así que continúo hasta una gasolinera, donde me paro, para observar que, en efecto, llevo una rueda en el suelo. Ocurre entonces un momento de esos en los que te ves con fuerzas de comerte el mundo, y pienso en acercar el coche hasta la máquina de aire, ver qué presión llevo, e hinchar la rueda, como nueva en un rato, y a casa. Paro el coche al lado de la maquinita en cuestión, saco el taponcillo de la rueda, y meto la boquilla de la manguera, pero veo que aquello no se mueve, y marca cero. Ningún problema: cojo el móvil (ni veo en esos momentos los cartelitos de prohibido hablar con el móvil desde la gasolinera), llamo a mi marido y le pido que me indique cómo funciona eso de ver la presión y echar aire a los neumáticos. Él (que, evidentemente, ya ni se inmuta con esas preguntas, porque ya está curado de espanto conmigo), pues me indica, yo sigo al pie de la letra los pasos, y le digo, nada, que esto marca cero. Vuelta a indicar, vuelta a seguir las instrucciones, y vuelta al cero. Él sigue insistiendo, no puede ser, ¿pero cero, cero? Sí, sí, le digo yo, la aguja no se mueve del cero... En esto que veo que hay un coche parado detrás del mío y un tío dentro de él muerto de la risa (descojonado, vamos) y veo que sale del coche secándose las lágrimas y hacia mí, así que cuelgo el móvil y voy a su encuentro. Cuando consigue articular palabra, después de tanto cachondeo, me explica que lleva un buen rato mirando mi coche desde detrás, y que si no había visto cómo tenía la rueda: total, que descubro que la rueda de atrás está hecha trizas, desgarrada por completo, y entiendo la razón de su ataque de risa, al verme intentando inútilmente dar aire a una especie de despojo de neumático... Ni qué decir tiene que mi coche y yo salimos de allí montados en una grúa, pues quien vino a auxiliarme no fue ni capaz de quitar aquella especie de “ameba” desgarrada e informe que rodeaba la llanta, y a la que yo – ilusa de mí – pretendía dar aire....

Por cierto, que ni al pelo viene este extracto del Manual del “manitas” astuto de Forges, cuando comentaba, respecto a “El coche de ella”:



En la terminología masculina, "ELLA" puede significar varias cosas, todas lamentables siempre que dicho artículo femenino vaya enlazado, próxima o lejanamente, con la palabra "COCHE".

Y, así, el COCHE de ELLA será ese automóvil con inexplicables averías que siempre suceden "por causas ajenas" a SU voluntad.

(Aquí viene lo bueno....) Afortunadamente, las nuevas generaciones de conductoras ya van estando más en el ajo, y las más decididas (yo, sin ir más lejos) son, incluso, capaces de ponerse en cuclillas, con los brazos cruzados, para observar atentamente CÓMO LE CAMBIAMOS A SU COCHE UNA RUEDA PINCHADA.(¿por qué no leería yo esto antes?)

viernes, 10 de febrero de 2012

Confusión total



He estado un tiempo sin poder escribir nada nuevo en el blog, unas veces por falta de inspiración, otras por falta de tiempo, y en ocasiones por ambas cosas.... Definitivamente creo que el contenido de mis entradas queda englobado en la categoría de “anécdotas varias”, al menos por el momento, así que aquí queda ésta, que parece sacada de una película de Woody Allen (a quien admiro muchísimo, dicho sea de paso)....



En mi primer trabajo al terminar la Universidad, ocurrió que falleció uno de los trabajadores de la empresa en la que acababa de entrar, alguien a quien yo no conocía y a quien mi jefe de por aquel entonces tampoco conocía demasiado. El caso es que los integrantes de la comisión de pésame representativa de la empresa elegidos en aquella ocasión fuimos mi jefe y yo, quienes nos acercamos al crematorio, para dar el pésame a la familia. Nos perdimos para llegar al lugar en cuestión, con lo que llegamos con bastante retraso, así que nos fuimos rápidamente hasta la sala donde se celebraba la incineración: la sala era bastante amplia, y además había muy poca gente dentro, a la cual no conocíamos, pero no nos extrañó, puesto que tampoco conocíamos al fallecido, con lo que aún menos a su familia. Nos quedamos en la parte de atrás de la sala discretamente, y al cabo de los minutos necesarios para tranquilizarnos, que es cuando realmente empiezas a observar y a pensar, nos dimos cuenta de que, fuera quien fuese el fallecido, no era de nuestra empresa, puesto que la diferencia de edad entre ambos era como de unos 40 años, más o menos....


Nuestras caras eran un poema, pero lo peor aún estaba por llegar, puesto que, al intentar abrir la puerta de salida, nos dimos cuenta de que estaba cerrada ya, pues que el proceso de incineración había comenzado.... ¡Qué situación más absurda! Mi edad por aquella época hacía que no tuviera demasiada madurez, por lo que lo peor en aquellos instantes fue intentar contener la risa: era consciente de que la situación era algo macabra, pero no podía evitar reírme, y... ¡qué narices! ya me gustaría a mí ver a cuántos no se les saltaban las lágrimas de risa en un momento así.... Si aquello era de película, por favor.... Es lo típico que te ocurre de vez en cuando y piensas, ¿cómo demonios he llegado yo a esta situación? o ¿dónde está la cámara? o ¿quién me manda ir acelerada y no fijarme, y acabar en un berenjenal así, si esto sólo pasa en las películas?


Todavía fue peor cuando nos tocó dar el pésame a la salida a los familiares de un total desconocido, pues ya que estábamos allí, nos dio vergüenza no seguir con todo el asunto (es como lo de colarse en una boda que sale en las películas, y aparentar que eres invitado de alguno de los que se casan), y peor aún fue cuando nos dimos cuenta de que la incineración a la que realmente íbamos ya se había terminado, y mucho peor fue el regreso a la oficina y el contarlo a los compañeros: fuimos la risión generalizada en la oficina durante mucho, pero que mucho tiempo.... Y, obviamente, no nos volvieron a elegir jamás como delegación para eventos de este tipo, lo cual no me sorprende en absoluto.

¡ Feliz fin de semana a tod@s!

viernes, 20 de enero de 2012

Un bonito paseo en bote

Realmente este blog se está convirtiendo en una especie de anecdotario, pues de hecho el tema de las etiquetas bajo las que ordenar los posts que voy publicando empiezan a multiplicarse más y más, no termino de encontrar sólo unos cuantos temas comunes, con lo que estos empiezan a ser tan variados como las anécdotas mismas.... Pero volviendo al tema de las anécdotas, una de las que guardo con más cariño en mi memoria es la del rafting.

Hace años, estando yo en Suiza, muy cerca de la frontera con Francia, un variado grupo de gente de distintas nacionalidades entre los que me encontraba, decidimos aprovechar un fin de semana y hacer rafting, pues alguien había visto un anuncio sobre este tema. Cómo acabé yo siendo la encargada de organizar todo el asunto tiene la explicación de que era la única del grupo que hablaba francés, y la experiencia en cuestión tenía lugar en Francia. Una vez que organicé hasta el mínimo detalle de horarios, equipo necesario, precio, y un montón de cosas más, he de reconocer que realmente no me preocupé de lo que realmente era el rafting y, por curioso que parezca, fui capaz de desmenuzar hasta el más pequeño detalle de organización de la escapada en cuestión sin llegar a plantearme mucho más allá de que el rafting era subirte en un bote, descender por un río y ver el bonito paisaje.



El día en cuestión llegamos al centro desde el que se organizaba todo y desde el que se partía a la experiencia en cuestión: tuve una brevísima inquietud en el momento en que nos dieron a cada uno un traje de neopreno, botas de neopreno (realmente eran como patucos de neopreno, dicho sea de paso) y un casco de protección, pero simplemente pensé que era para que todo fuera más “real”, y sobre todo, para hacerte la típica foto de rigor con el modelito y toda la equipación...El caso es que me sorprendió que la mayoría de los integrantes del grupo tenían un cuerpo bastante atlético y unos brazos con unos músculos (incluso las chicas) que desde luego poco tenían que ver con mis flácidos bracillos.... Nos dieron a cada uno además un remo, y apareció el “capitán” del bote (probablemente no exista ni este rango para un bote, pero supongo que sabéis a qué me refiero), quien nos iba a guiar en el recorrido. Cuando esta persona empezó a darnos detalles de la “travesía”, a decirnos qué teníamos que hacer para remar correctamente, recordarnos que debíamos ir permanentemente atados en el bote, que si cuidado con las rocas, etc. me empezaron a temblar las rodillas. Luego me acerqué a una de las chicas del grupo, una modosita noruega con el pelo rubio y ojos claros, todo dulzura, de mi misma estatura (vaya, bajita para ser de Noruega), la cual se había transformado con el neopreno y dejaba ver unos brazos con unos músculos que ni el mismísimo Van Damme, y al preguntarle por su experiencia va y me dice que es subcampeona de remo en Noruega!!!! La leche!!! Es entonces cuando empiezas a pensar qué demonios estás tú haciendo en una situación así, pero claro, ya es tarde para dar marcha atrás, sobre todo porque momentos antes has sido nombrada “jefa de comunicaciones” (que en el contexto que os refiero significa que, como el capitán sólo chapurrea algo de inglés, te toca a ti traducir las instrucciones del francés al inglés rápidamente al grupo).

Una vez que os he puesto en situación, comienza la aventura: te colocas en el bote, con todo el equipo y un chaleco salvavidas (nunca estuvo un nombre mejor puesto), y fijas los pies en unos soportes preparados en teoría para sujetarlos. El bote comienza a ir cada vez más y más rápido, te salta agua a la cara y, aunque es verano, está helada, estás a punto de chocarte con rocas gigantescas en el recorrido, y encima tienes que ir pendiente de traducir las instrucciones del francés al inglés y gritarlas para que se enteren todos. A pesar de esto, la cosa no iba del todo mal, yo estaba muerta de miedo y esperando a terminar de bajar el río, pero en definitiva, iba aguantando. He ahí que llegamos a una zona complicada, el bote choca frontalmente con una gran roca y sufre una sacudida fuerte: obviamente, los pedazos de brazos de los atléticos compañeros y compañeras de bote les mantienen sin inmutarse en situación, salvo a la pobre española enclenque que sale despedida por los aires (con remo y todo), como si fuera catapultada a las alturas, y acabo por aterrizar en el río, Dios sabe dónde, pero fuera del bote. Veo que el capitán se pone muy nervioso, que el bote sigue bajando a toda prisa, y que yo estoy allí sumergida y no sé ni qué hacer. Genial, pienso, y lo mejor de todo es que como el tío ahora no haga todo lo posible por chapurrear inglés y hacerse entender, estos no vuelven a por mí ni de casualidad.... además, qué forma más rara de perder la vida, haciendo algo que ni siquiera sabías que existía.... El caso es que consiguieron (no me digáis cómo) mantenerse dando círculos y haciendo tiempo hasta que yo consiguiera llegar a donde estaban, momento en el que uno de los atléticos compañeros de dos metros de altura me agarró del chaleco (ya os decía yo lo del nombre) y me subió a los pies del bote como si fuera una especie de paquete que recoges del río. Allí estaba yo  tirada en el suelo del bote, hecha un trapo amorfo total, y con unas ganas de tumbarme para el resto del trayecto que ni os cuento, pero claro, eso de dejar a España en mal lugar no es lo mío, y con todo el patriotismo del que fui capaz dadas las circunstancias, me levanté, amarré los pies en esas cosas (que valen para poco, desde luego) y seguí remando. Acabaría el relato aquí, pero desgraciadamente, la experiencia incluía también la broma de volcar de forma controlada el bote (vamos, ni os imagináis lo que yo me reí en ese momento... ¿es que no había sido ya suficiente, que tenía que volver al agua? hay que fastidiarse...) y, cómo no, la hilarante experiencia casi al final, de lanzarse al río desde un puente que había en el recorrido (a lo cual me negué rotundamente, ni por España ni por nadie, vamos). Finalmente (aleluya!) llegamos al punto bajo del río y acabamos el paseo, y desde luego que a ninguno le extrañará saber que no dejé ni una sola miguita en el plato de comida que tomé al terminar.... y es que esto del deporte de riesgo es muy duro, os lo digo yo.... 

martes, 17 de enero de 2012

The good, the bad and the ugly

A nadie le resultará extraño que diga que el aspecto físico (adquirido natural o artificialmente) es una de las claves del éxito en la vida personal y laboral. Hace poco leí que Obama probablemente nunca hubiera ganado las elecciones en Estados Unidos de no haber sido por su atractivo físico y por el de su esposa (yo soy mucho más frívola y siempre he pensado que el slogan de “Yes, we can!” había sido una de las principales herramientas de marketing que le habían catapultado al éxito). También leí que Sarkozy tendía a estar con mujeres muy guapas, puesto que era consciente de su poco atractivo físico. Todo esto me resultó ciertamente curioso, y creo que tiene parte de verdad, si bien no es exacto en absoluto, porque, ¿qué pasa con los gustos personales? ¿qué ocurre con gente (entre la que me encuentro) que por alguna razón no seguimos el canon de belleza estándar?


Recuerdo que hace años (muchos más de los que quisiera reconocer, ésa es la verdad), estando yo en la adolescencia, escuché un comentario en televisión que me hizo reflexionar: hablaban de cantantes, y estaban poniendo ejemplos de varios de ellos. El conocido tema de Morrikone de “El bueno, el feo y el malo” quedó ejemplarizado por diversos artistas: fijaos que yo no recuerdo quién era el bueno o quién el malo, pero lo que sí se me quedó grabado fue que, como ejemplo de feo, no dudaron en hablar de Bruce Springsteen..... ¿Cóóóóómo? ¿Quéééééé? No os podéis ni imaginar lo que en aquél momento sentí cuando oí semejante afirmación de Bruce, mi Bruce, que era (y es aún hoy a sus 63 añitos) mi ídolo, y a quien yo consideraba guapísimo (he de reconocer que la foto que adjunto es una en la que sale especialmente favorecido).... Desde ese momento comencé a reflexionar, y efectivamente me di cuenta de que mi gusto era, llamémoslo así, “diferente” y en absoluto mayoritario. En efecto, nunca había tenido problemas con ninguna de mis amigas por ningún chico (cosa tan común en esos “dorados” años de juventud), puesto que a mí nunca me gustaba ni me llamaba la atención el mismo chico que les gustaba a ellas.... ¿Mis ídolos? Bruce Springsteen, Meat Loaf, AC/DC, Guns and Roses... Pues no, con estos ejemplos tampoco arreglaba el asunto, la verdad... ¿Y qué decir de la forma de vestir? Pues ahí yo creo que todavía lo empeoraba más, puesto que nunca me han gustado los chicos vestidos tipo “pijo” que podrían considerarse como los más “demandados” por el grupo femenino, con sus pantalones de pinzas, sus camisas (horriblemente ablusadas en aquellas épocas, ¡qué horror!) o sus mocasines (esos burdeos, que si encima llevan borlas, para qué decir más...). No, mi modelo de “belleza” masculina pasaba sin duda por algo más trasgresor y en el límite de lo hortera (digo límite, pero realmente es por aquello de suavizar el tema, porque creo que lo “hortera” tiene también su “punto” y además siempre he considerado que hay “horteras con gusto” y “horteras sin gusto”): botas cowboy, pantalones pitillo, pulseras con pinchos, tatuajes (me encantan los tatuajes).... En fin, que este post sirva al menos como lanza a favor de los gustos “no convencionales” y quizás algo “horteras”, pues en la variedad está el gusto.... Eso sí, ¡Sarko no es mi tipo!

lunes, 9 de enero de 2012

Mis queridas rebajas

Supongo que es ineludible dedicar unas líneas estas fechas al tema de las rebajas, si bien es verdad que ya no es como antes y que existen descuentos promocionales en un sinfín de tiendas antes de las rebajas de enero. Cuando pienso en descuentos, mi cabeza inevitablemente se dirige a los llamados Outlet, y, en concreto, a los Outlet de Estados Unidos. Alguien que se precie de comprar artículos con descuento no puede dejar de probar la experiencia de un día de compras en un Outlet norteamericano....

Os diré que la primera vez que estuve en uno de ellos, cuán ilusa e inexperta no sería yo, que pensé que en unas dos o tres horas habría terminado de dar un repaso a las tiendas principales...pues no... cuando llegas al mostrador de bienvenida a solicitar un librito con descuentos varios en las tiendas que vas a “visitar” a continuación (de lo cual, además, te sientes particularmente orgullosa, pues antes de ir has hecho los deberes y has leído en Internet que existe el mencionado librito de cupones extra) te dan un plano del recorrido, y cuál no es tu sorpresa cuando ves que hay 180 tiendas... Un rápido cálculo, y sabes que si vas a estar dos horas, tienes poco más de medio minuto por tienda, pero si estás tres, la cosa mejora y se va ya al minuto por tienda.... Respiras, te dices que no debe entrarte el pánico, y piensas que qué puede haber mejor que pasar un completo día de tiendas: si consigues engañar a tu marido (los hombres se resisten a este tipo de retos, hemos de admitirlo) estamos ya en ocho horas, con lo que la cosa sigue mejorando por momentos y estamos ya en más de dos minutos y medio por tienda...eso sí, nada de ir al baño salvo emergencia y nada de comer salvo desmayo, que eso lo puedes hacer más tarde, y nada de beber, pues eso te haría tener que ir al baño, lo cual es primordial evitar. Además, si eliminas ciertas tiendas que no son de tu preferencia, imaginemos que lo sean el 70% de las tiendas totales, pues estamos ya casi llegando a los cuatro minutos por tienda, todo un lujo.... Total, que sales de la oficina de bienvenida con tus zapatillas cómodas, tus tarjetas en posición tipo las pistolas del lejano oeste, el plano en una mano y los cupones de descuentos en la otra, y llevas a tu marido a tu vera con una cara de pocos amigos que no deja lugar a dudas de que está más que encantado de pasar un día sentándose en los bancos de fuera de las tiendas mientras que tú pasas los casi cuatro minutos de media en las tiendas en cuestión.... en definitiva, que el día y la experiencia se presentan fabulosas...

Y llega la primera tienda, un rápido vistazo, y nada de interés: genial, ahorro un par de minutos y en la siguiente tengo casi seis minutos!!! En la siguiente tienda, tampoco nada de interés: estupendo, eso hace por lo menos nueve minutos para la tercera de las tiendas (lo de estudiar ciencias es muy útil, ya veis).... Entras en la tercera y aquí sabes que hay “chicha”: ya lo ves con sólo entrar y otear el horizonte... piensas, calma, que aquí hay casi nueve minutos.... coges varias cosas, vas a la caja, y entonces es cuando te entra el pánico: le dices a la dependienta en tu mejor inglés y con todo el orgullo que sientes de haberte enterado de antemano de los descuentos extra que posees un librito de descuentos para las compras del día (ya veis que uso el verbo poseer para enfatizar la cosa...); ella te mira, sonríe y te pregunta que cuál de los cupones deseas utilizar... ¿qué? ¿cómo? ¿qué hay varios cupones por tienda? Descubres además con horror que los cupones en cuestión son acumulativos, así que te apartas a un lado y ahí viene lo del pánico, cuando descubres que uno de los cupones te da derecho a un 20% extra de descuento si gastas más de 110 dólares, que otro te hace un 50% pero si compras tres prendas de la colección “Paradise” del año 1970 y que otro te da la friolera del 60% de descuento extra si compras tres prendas iguales, eso sí, que pueden variar en talla y color. Aggghhhhh!!! Decides que lo que llevabas inocentemente en los brazos es la peor de las adquisiciones que puedes hacer, desde el punto de vista financiero, claro está, y que sin duda te interesa adquirir tres conjuntos muy monos iguales para montar a caballo y además de la colección Paradise del año 1970, con lo que el descuento es impresionante ... vamos, que casi la dependienta te tiene que devolver unos dólares en la caja.... el único pequeño detalle es que no montas a caballo (pero siempre puedes empezar, ¿no? y más aún con ese modelito tan mono.... bueno, y a los otros dos ya les sacarás partido... total por lo que te han costado al final...y, ¿acaso no es cierto que la moda vuelve? pues seguro que lo de 1970 estará pronto más de moda que nunca). Tras la ingeniería financiera (ya me gustaría a mí ver a muchos de los de Harvard pasando un día en las rebajas con un taco de cupones de descuento), te aproximas a la cuarta tienda, pero entre unas cosas y otras has tardado como treinta minutos en la tercera (Oh, my God!).... no pasa nada, te dices.... seguro que la cuarta no tiene nada de valor... pues resulta que SÍ!!!.... y no sólo eso, sino que en ésta acabas comprándote cinco pares de botas tipo militar del mismo número (que te va un poco pequeño, pero encoges los deditos del pie y total, qué va a pasarte), porque eran baratas, pero baratas, baratas... En resumen, después de la ingeniería financiera, de comprar las botas, coger las bolsas, pagar y demás, llevas una hora y cuatro tiendas: balance desastroso!!!! Por otro lado, os podéis hacer una idea de lo que es llevar semejantes compras de conjuntos de equitación y botas militares en varias bolsas, gigantescas todas ellas: siempre podrías recurrir a tu marido para que te ayude, pero cada vez que te ve salir con las bolsas de una tienda, su cara empieza a cambiar de color, así que piensas que mejor no se lo pides.... ¿Y si vuelves al coche, dejas las bolsas y continúas más tranquilamente? Buena idea.... El único inconveniente es que no te das cuenta de que las distancias en USA no son como en Europa, y aunque llevas zapatillas (nada monas, pero prácticas, que la ocasión lo requiere), consigues regresar pasada media hora (treinta largos minutos; al garete tus cuentas iniciales) sudando, histérica, y con tu marido al lado cabreado como un mono... No pasa nada, te dices, sólo llevas una hora y cuatro tiendas, pasas las siguientes más rápidamente, y ya está... Comienza nuevamente la carrera (desde luego, no puedo entender que las americanas estén gordas, porque con este trajín de los Outlet, es imposible!!), nuevas compras, más cupones, y cuál no es tu sorpresa cuando, al cabo de tres horas, varias bolsas de carga con artículos que muy improbablemente usarás jamás, nervios a flor de piel, sólo diez tiendas (eso hace que te queden menos de dos minutos por tienda, horroooorrr!!!!), aguantando ir al servicio (para lo cual vas prácticamente al borde de la deshidratación), resulta que no ves a tu marido...y lo peor no es que haya desaparecido, no, que en esos momentos una tiene que pensar con calma y tiene que tener sangre fría, sino que lleva las llaves del coche, más aún, sabe DÓNDE está el coche (cosa de la cual tú no tienes NI idea), y además le ibas a pedir que te llevase alguna bolsa.... Al cabo de un rato que se te hace eterno, aparece por una de las tiendas, con los ojos inyectados en sangre, sudando, y te pide que le dejes el librito de cupones y que traduzcas (por aquello de que a él eso del inglés, como que no) los trámites para la adquisición de tres pares de zapatos de montaña del número 45 en Europa y cinco corbatas, que ha creído entender a la de la tienda que con esa compra le dan de regalo un casco para moto.... Y entonces ya no sabes si lo que más te mosquea de la situación es que él nunca lleve corbata al trabajo, que su número sea como mucho el 42 en Europa, que no tenga ni moto ni carné de moto, que te haga traducir la conversación o que se haya convertido a eso de las compras compulsivas....No, quizás lo peor de todo es que calculas que, para cuando acabes la compra, llevarás ya cuatro horas en el Outlet, sólo habrás recorrido 10 tiendas (once si cuentas la última de tu marido), te quedarán menos de un minuto y medio por tienda, y encima el contenido de tu compra serán varios equipos de equitación de 1970, botas militares de un número pequeño, unos vestidos de fiesta que si consigues perder de aquí a los próximos meses unos ocho kilos te quedarán de fábula, habrás estado al borde del colapso y la deshidratación, no podrás aguantar más la orina y tendrás la vejiga hinchada como un globo, habrás estado a punto de una ruptura matrimonial y habrás visto la transformación de tu marido en un Jekyll asesino y ávido de compras y rebajas, y todo eso sin contar, claro está, el magnífico casco para una moto inexistente o los vales para un Spa que te regalaron en otra de las tiendas, que caducan en dos meses cuando tú, a Dios gracias, ya estarás de vuelva en España, tras tu magnífica experiencia en las rebajas norteamericanas.... en fin, que yo no veo el momento de regresar!!!