martes, 17 de enero de 2012

The good, the bad and the ugly

A nadie le resultará extraño que diga que el aspecto físico (adquirido natural o artificialmente) es una de las claves del éxito en la vida personal y laboral. Hace poco leí que Obama probablemente nunca hubiera ganado las elecciones en Estados Unidos de no haber sido por su atractivo físico y por el de su esposa (yo soy mucho más frívola y siempre he pensado que el slogan de “Yes, we can!” había sido una de las principales herramientas de marketing que le habían catapultado al éxito). También leí que Sarkozy tendía a estar con mujeres muy guapas, puesto que era consciente de su poco atractivo físico. Todo esto me resultó ciertamente curioso, y creo que tiene parte de verdad, si bien no es exacto en absoluto, porque, ¿qué pasa con los gustos personales? ¿qué ocurre con gente (entre la que me encuentro) que por alguna razón no seguimos el canon de belleza estándar?


Recuerdo que hace años (muchos más de los que quisiera reconocer, ésa es la verdad), estando yo en la adolescencia, escuché un comentario en televisión que me hizo reflexionar: hablaban de cantantes, y estaban poniendo ejemplos de varios de ellos. El conocido tema de Morrikone de “El bueno, el feo y el malo” quedó ejemplarizado por diversos artistas: fijaos que yo no recuerdo quién era el bueno o quién el malo, pero lo que sí se me quedó grabado fue que, como ejemplo de feo, no dudaron en hablar de Bruce Springsteen..... ¿Cóóóóómo? ¿Quéééééé? No os podéis ni imaginar lo que en aquél momento sentí cuando oí semejante afirmación de Bruce, mi Bruce, que era (y es aún hoy a sus 63 añitos) mi ídolo, y a quien yo consideraba guapísimo (he de reconocer que la foto que adjunto es una en la que sale especialmente favorecido).... Desde ese momento comencé a reflexionar, y efectivamente me di cuenta de que mi gusto era, llamémoslo así, “diferente” y en absoluto mayoritario. En efecto, nunca había tenido problemas con ninguna de mis amigas por ningún chico (cosa tan común en esos “dorados” años de juventud), puesto que a mí nunca me gustaba ni me llamaba la atención el mismo chico que les gustaba a ellas.... ¿Mis ídolos? Bruce Springsteen, Meat Loaf, AC/DC, Guns and Roses... Pues no, con estos ejemplos tampoco arreglaba el asunto, la verdad... ¿Y qué decir de la forma de vestir? Pues ahí yo creo que todavía lo empeoraba más, puesto que nunca me han gustado los chicos vestidos tipo “pijo” que podrían considerarse como los más “demandados” por el grupo femenino, con sus pantalones de pinzas, sus camisas (horriblemente ablusadas en aquellas épocas, ¡qué horror!) o sus mocasines (esos burdeos, que si encima llevan borlas, para qué decir más...). No, mi modelo de “belleza” masculina pasaba sin duda por algo más trasgresor y en el límite de lo hortera (digo límite, pero realmente es por aquello de suavizar el tema, porque creo que lo “hortera” tiene también su “punto” y además siempre he considerado que hay “horteras con gusto” y “horteras sin gusto”): botas cowboy, pantalones pitillo, pulseras con pinchos, tatuajes (me encantan los tatuajes).... En fin, que este post sirva al menos como lanza a favor de los gustos “no convencionales” y quizás algo “horteras”, pues en la variedad está el gusto.... Eso sí, ¡Sarko no es mi tipo!

1 comentario:

  1. Creo que te entiendo ladybird. Una cosa es la atraccion y otra la perfección. Aunque en ocasiones se superponen. ¿Que me dices de Paul Newman o Roberto Reford, mis ídolos de juventud.?

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