lunes, 21 de mayo de 2012

Una rueda pinchada



Tras un tiempo de silencio, por fin he sido capaz de volver a ponerme a escribir en este Blog: ¿no os ha ocurrido alguna vez que parece que estáis escribiendo a un enorme vacío, y que no hay nadie leyendo lo que publicáis en la red? Pues durante un tiempo a esta parte ésa ha sido precisamente mi sensación, aunque he de ser sincera y deciros también que ha habido sorpresas muy agradables de varias personas que me han preguntado que por qué ya no publicaba nada nuevo en el Blog.... Así que, ya sea para que lo lea muy poca gente o no, aquí va este post de esta nueva era.

Tengo muchísimas anécdotas con los coches: creo que debe tratarse de que, al ser una persona tan despistada como soy, no presto demasiada atención a detalles importantes a la hora de subirme al coche, por lo que suelo pasar por situaciones un tanto absurdas. Durante varios días en esta ocasión que os cuento notaba que el volante vibraba más que de costumbre, pero lo cierto es que no le di demasiada importancia. El día en cuestión, había llevado el coche hasta la parada del metro, como siempre, y, al ir de regreso a casa, observo que me adelanta un coche y me empieza a hacer señales y aspavientos señalándome las ruedas: bajo la música que llevo a todo volumen y en efecto escucho que, no sólo el coche vibra muchísimo, sino que también escucho un ruido raro de que algo no va bien, por lo que deduzco que debo llevar una rueda mal. Así que continúo hasta una gasolinera, donde me paro, para observar que, en efecto, llevo una rueda en el suelo. Ocurre entonces un momento de esos en los que te ves con fuerzas de comerte el mundo, y pienso en acercar el coche hasta la máquina de aire, ver qué presión llevo, e hinchar la rueda, como nueva en un rato, y a casa. Paro el coche al lado de la maquinita en cuestión, saco el taponcillo de la rueda, y meto la boquilla de la manguera, pero veo que aquello no se mueve, y marca cero. Ningún problema: cojo el móvil (ni veo en esos momentos los cartelitos de prohibido hablar con el móvil desde la gasolinera), llamo a mi marido y le pido que me indique cómo funciona eso de ver la presión y echar aire a los neumáticos. Él (que, evidentemente, ya ni se inmuta con esas preguntas, porque ya está curado de espanto conmigo), pues me indica, yo sigo al pie de la letra los pasos, y le digo, nada, que esto marca cero. Vuelta a indicar, vuelta a seguir las instrucciones, y vuelta al cero. Él sigue insistiendo, no puede ser, ¿pero cero, cero? Sí, sí, le digo yo, la aguja no se mueve del cero... En esto que veo que hay un coche parado detrás del mío y un tío dentro de él muerto de la risa (descojonado, vamos) y veo que sale del coche secándose las lágrimas y hacia mí, así que cuelgo el móvil y voy a su encuentro. Cuando consigue articular palabra, después de tanto cachondeo, me explica que lleva un buen rato mirando mi coche desde detrás, y que si no había visto cómo tenía la rueda: total, que descubro que la rueda de atrás está hecha trizas, desgarrada por completo, y entiendo la razón de su ataque de risa, al verme intentando inútilmente dar aire a una especie de despojo de neumático... Ni qué decir tiene que mi coche y yo salimos de allí montados en una grúa, pues quien vino a auxiliarme no fue ni capaz de quitar aquella especie de “ameba” desgarrada e informe que rodeaba la llanta, y a la que yo – ilusa de mí – pretendía dar aire....

Por cierto, que ni al pelo viene este extracto del Manual del “manitas” astuto de Forges, cuando comentaba, respecto a “El coche de ella”:



En la terminología masculina, "ELLA" puede significar varias cosas, todas lamentables siempre que dicho artículo femenino vaya enlazado, próxima o lejanamente, con la palabra "COCHE".

Y, así, el COCHE de ELLA será ese automóvil con inexplicables averías que siempre suceden "por causas ajenas" a SU voluntad.

(Aquí viene lo bueno....) Afortunadamente, las nuevas generaciones de conductoras ya van estando más en el ajo, y las más decididas (yo, sin ir más lejos) son, incluso, capaces de ponerse en cuclillas, con los brazos cruzados, para observar atentamente CÓMO LE CAMBIAMOS A SU COCHE UNA RUEDA PINCHADA.(¿por qué no leería yo esto antes?)

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