jueves, 24 de mayo de 2012

Esas dichosas claves....

Estoy segura de que lo que os voy a comentar os habrá ocurrido en más de una ocasión: me parece francamente complicado recordar tantas claves como últimamente nos están obligando a hacer, y más aún cuando empiezan los condicionantes para poner esas dichosas claves, como por ejemplo obligándote a utilizar letras, números y símbolos, que uses al menos ocho caracteres, que ni se te ocurra repetir las claves de las tres últimas veces (porque además, para que sea más complicado todavía el asunto, te hacen actualizar la clave pasado un cierto tiempo), que no pongas nada de nombres de hijos, fechas de nacimiento o de cumpleaños, etc, etc.  Y luego encima, cuando consigues finalmente poner una clave que pasa el filtro y es válida (¡aleluya!), resulta que te la examinan, y te dicen que válida será, pero que el nivel de seguridad que te otorga es lamentable.... En fin, que la cosa es francamente complicada....

Soy de las personas organizadas hasta el extremo, con lo que comencé escribiendo en mi agenda, para pitorreo de mi hermano, las claves que tenía que recordar, y no sólo se pitorreaba mi hermano por haberlas escrito en una agenda, no, sino porque además lo ponía en orden: por la “C de clave, y al lado, cómo no, para más señas “Clave de la tarjeta de Caja Madrid”.... Sin comentarios.... Cuando el número de claves se hizo más y más numeroso, y encima tenía que actualizarlo cada cierto tiempo, el caos llegó a mi agenda, con lo que empecé a no poder recordar ni una sola clave.

Así ocurrió que, en una ocasión, llamé al banco por teléfono, para hacer una determinada consulta. “Teclee o diga, de uno en uno, los dígitos de su DNI”. Correcto. “Ahora, diga o teclee los dígitos de su clave de acceso”. Empezamos mal. Pruebo con una. “No es correcto. Por favor, inténtelo de nuevo”. Uhmmmm .... ¿Y éste? “No es correcto. Por favor inténtelo de nuevo. ¡Y recuerde que sólo tiene tres intentos!” Hay que jorobarse, encima metiéndote presión.... ¿Éste, por un casual? “Lo sentimos, su clave de acceso NO es correcta. Le pasamos con un técnico comercial”. Ah, bueno! Pues genial, al fin un humano: le explico lo que me ha pasado, me identifico y resuelvo el tema. Total, ya estaba yo casi cantando victoria, cuando me pasan con el técnico comercial en cuestión, muy amable, todo hay que decirlo, y cuando le explico lo que me ha ocurrido, y que he bloqueado el sistema, me dice que no hay ningún problema. Respiro aliviada. “No se preocupe, señora. Para identificarla, le voy a hacer a continuación las tres preguntas de seguridad que en su día estableció para estos casos”. Madre mía, pienso, si no podía ser tan fácil.... Pero bueno, seguro que contesto bien y resuelvo el tema. Adelante, pues. “Primera pregunta: ¿cuál era el nombre de la serie favorita de su infancia?” ¿¿¿Quéeeeee????? ¡La hemos liado! Pero y yo qué sé, si no me acuerdo.... ¿Y cómo pude ser tan imbécil y poner esa pregunta de seguridad, por Dios? Ya me vale. Contesto: ¿Vicky el vikingo? (por probar, vaya) “Lo siento, señora, la respuesta NO es correcta. Le hago la segunda pregunta de seguridad”. Bueno, a ver si en ésta tuve algo de sentido común al ponerla, vamos a ver. “¿Cuál es el apellido de la madre de su mejor amiga de la infancia?” Por favor, definitivamente está demostrado: soy IMBÉCIL. Pero, ¿cómo se me ocurrió poner esa pregunta? Con toda la vergüenza del mundo, porque el técnico comercial va a pensar que soy retrasada, digo, al azar (por supuesto, porque ni flores remotas no sólo del apellido de la madre, sino tampoco del nombre de mi mejor amiga después de 35 años) un apellido cualquiera, por aquello de si suena la flauta. “Lo siento, señora, pero NO es correcto” Y pienso yo: no me sorprende en absoluto; si lo bueno sería que hubiera acertado encima. Por cierto, he de deciros que el técnico iba subiendo el tono. “He de hacerle la tercera pregunta de seguridad”. En esos momentos, yo lo que quiero es colgar el teléfono, por Dios, si esto es un suplicio, y encima soy YO, que soy YO, por favor.... Respiro hondo... “Y recuerde que ésta es la última pregunta de seguridad posible. Si no, tendrá que acercarse a una oficina del banco en persona y tramitar una nueva clave”. ¿Dije que era agradable el técnico comercial? Pues lo retiro: encima metiéndome presión a ver si contesto mal.... si esto es peor que jugar en la tele en el programa de Carlos Sobera.... A ver, ¡dispara! “¿En qué fecha y a qué hora tuvo lugar la competición del escondite inglés en la que su amiga (la del nombre que no recuerdo y la del apellido de la madre del que ni flores) quedó campeona?” ME RINDOOOOOOOOOO. ¡No puedo más! ¡Qué suplicio! Y encima lo admito: soy definitivamente IMBÉCIL. Así que no me queda otra que decir: “Pues pasaré entonces por la oficina, muchas gracias”.

1 comentario:

  1. Bueno, guapa, ¿y a ti QUÉ TE SE DA? En tanatorios, cero; en gestiones telefónicas con tajetas de banco de por medio, ¡otro bolo!; las ruedas del coche, ¡un menos dos! En fin, a ver si el ingeniero de la MARIQUITA espabila y te enseña... Me alegro de que vuelvas por aquí, a escribir con desparpajo y con la transparencia de los sencillos. Con cariño.

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